Montilla, homúnculo y prosélito al servicio del Sanedrín catalán

Casi una historia bíblica de caínes y caimanes

Con alma y coraza de funcionario bolchevique, Montilla —ora José, ora Joseph— es ejemplo vivo de un servilismo tan indigno como indignante. Traidor a su partido, el PSOE, traidor a sus compatriotas, los andaluces que viven en Cataluña, y traidor a los separatistas catalanes, a los que sirve, este homúnculo está decidido a burlar y engañar tanto a los que confiaron en él como a los que desconfiaron de él. Zapatero lo pescó al vuelo para deshacerse de Pasqual Maragall, uno de los gerifaltes del Sanedrín catalán, y el Sanedrín catalán lo aceptó como prosélito, nunca sabra, con el único propósito de que le ayudara a conseguir la aprobación del Estatuto de Cataluña. Esa es su misión.
Pregunta ingenua e intempestiva: dado por cierto que el destino de Montilla está vinculado al destino del Estatuto de Cataluña, ¿qué será de uno y otro si al final resulta que no resulta?

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