El embajador de Cataluña en Madrid

En la página 18 de La Vanguardia de hoy, martes, 8 de mayo se dice: «El «embajador» del Govern en Madrid pone en duda la salud mental de Maragall y luego rectifica». A los ojos de Pájaro bobo, la noticia contiene dos bombas: una grande y otra pequeña, tan pequeña que bien podría pasar por petardo. La bomba grande, y muy grande, está contenida en el sintagma «El embajador del Govern en Madrid». Su gravedad y peligrosidad aumentan si tenemos en cuenta que la noticia figura en el órgano oficioso pero real del catalanismo burgués y conservador próximo a Pujol ben Gurión. El hecho de que La Vanguardia, ayer servilmente española y hoy servilmente antiespañola, escriba siempre al dictado de la clase dominante en cada momento nos permite aventurar que la palabrita «embajador» se la han insuflado a sus plumillas los señores de la Generalidad, dentro de un proyecto que todos conocemos, aunque algunos se empeñen en negarlo y otros en no verlo. Y eso cuando todavía está en suspenso la entrada en vigor del Estatuto. Como de costumbre, los fenicios han actuado por vía de los hechos consumados, aunque también es verdad que, como de costumbre, han dejado la puerta abierta: a la palabra embajador le han puesto comillas; por eso mismo, Pájaro bobo se las quita ahora.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿qué hará el Gobierno de Zapatero cuando tenga conocimiento de la noticia?
En cualquier caso, eso es, ni más ni menos, la política de la puta i la Ramoneta.

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